Se debe recordar que el aumento del CO2 en la atmósfera
implica un incremento del efecto invernadero anómalo lo que equivale al aumento
de la temperatura media del planeta con lo que ello significa de cara a la
ruptura de los frágiles equilibrios medioambientales.
Durante estos días asistimos a un triste y peligroso record,
cual es haber alcanzado la concentración más alta de CO2 en la atmósfera ¡de
los últimos 800.000 años! con una cifra de 403,3 ppm. Piénsese que por ejemplo
en 1960 era de solo unas 315 ppm, es decir, en poco más de 50 años se ha
incrementado en casi un 30%.
Aunque las causas no son solo antrópicas –por ejemplo el
fenómeno meteorológico de El Niño ha hecho este año que aumente la sequía en
algunas áreas de su influencia lo que indirectamente supone una merma de la
capacidad de absorción del CO2 por las plantas- es claro que un desmedido uso
de combustibles fósiles están detrás de este aumento.
En este contexto es imprescindible reducir el uso de
combustibles derivados del petróleo, el carbón o el gas y para ello,
racionalizar el transporte y en ello juega un papel fundamental como venimos
insistiendo una y otra vez, el uso de la bicicleta para los desplazamientos
diarios y muy particularmente el uso de
la bicicleta eléctrica si su electricidad proviene de fuentes renovables.
Por ello es preciso que se fomente desde las
Administraciones el uso de la bicicleta como medio de transporte, se apoye a
los ciclistas y se dote a los pueblos y ciudades de las infraestructuras
necesarias y muy particularmente de redes de carriles bici apropiados.
Solo si entendemos que la Tierra está en peligro y con ella
también nuestra especie, nuestros hijos, nuestros descendientes, estaremos en
condiciones de valorar suficientemente el alcance del problema para sin
tardanza, comenzar a dar pasos firmes en pro de su solución.
Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.