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Los vehículos eléctricos y la dependencia exterior



Resultado de imagen de urban electric bikes solarEn España existen algo más de 20.000.000 de turismos de los que la práctica totalidad aún consumen combustibles derivados del petróleo, gasolinas y gasóleos (no llegan a 4000 los vehículos eléctricos en ese segmento), por lo que generan unas cantidades nada despreciables de gases de efecto invernadero y otros conteniendo azufre por ejemplo, que contribuye al deterioro medioambiental por su carácter ácido.

A ello hay que añadir que los elevados precios de estos combustibles suponen  para los usuarios unos desembolsos que significan un porcentaje muy significativo de la economía familiar, lo que unido a la fuerte dependencia exterior que posee nuestro país respecto al petróleo, implica que el abastecimiento supone un problema de índole nacional, por no mencionar que estratégicamente al ser nuestras reservas (estratégicas) tan insignificantes, estamos expuestos a las graves consecuencias que tendría la falta de abastecimiento por cualquier causa.

Si estos vehículos se moviesen impulsados por motores eléctricos en vez de hacerlo mediante motores de combustión interna, podríamos plantearnos como objetivo realista reducir al mínimo la dependencia exterior, pues prácticamente toda la electricidad extra necesaria podría generarse dentro de nuestras fronteras.

En efecto, si estimamos un kilometraje medio de 10.000 anuales por turismo y un consumo también en promedio de unos 150 Wh/km, cada vehículo necesitaría anualmente unos 1.500 KWh eléctricos, lo que nos da para la flota nacional unos 30.000 millones de KWh o lo que es lo mismo, unos 30.000 GWh.

Esta cifra aunque es elevada, se estima que puede ser suministrada por poco más de 30.000 MW eólicos instalados y se debe tener en cuenta que existen previsiones que apuntan a que en 2020 podríamos haber llegado a los 45.000 MW, de los cuales unos 5.000 MW serían marinos.

Con independencia de que no sería razonable hacer recaer toda la producción en una sola fuente y menos aún en una tan poco flexible como la eólica, lo que se pone de manifiesto es que es posible plantearse como objetivo reducir drásticamente nuestra dependencia energética mediante el desarrollo, el apoyo y la progresiva implantación del transporte eléctrico.

A ello habría que añadir la mejora de la calidad del aire en las ciudades, el descenso del ruido, la reducción de gases contaminantes y el impulso que experimentaría un nuevo sector económico, entre otras ventajas.

Lógicamente este planteamiento se debiera complementar con una legislación que facilitase a los usuarios la instalación y el aprovechamiento de minicentrales eólicas y, sobre todo, fotovoltaicas para su autoconsumo, pues no estaría justificado que las supuesta ventajas económicas asociadas a esta tecnología fuesen íntegramente a las grandes empresas y no a los ciudadanos.

En próximos capítulos analizaremos estos temas en el caso de las bicicletas eléctricas, mostraremos cálculos de marquesinas fotovoltaicas y trataremos otro tema relacionado y de enorme interés, como es la herramienta tan potente que podría llegar a ser el transporte eléctrico para algo tan importante como la laminación de la demanda eléctrica, pues vehículos eléctricos interconectados con la red, pueden cargar sus baterías en momentos de bajo consumo y volver a descargar sus excedentes en momentos de máxima demanda. 


Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.